Con la
imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente
relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el
Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico
que puede ser resumido en una sola palabra: "metanoeiete", es decir
"Convertíos". Este imperativo es propuesto a la mente de los fieles
mediante el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, con las palabras
"Convertíos y creed en el Evangelio" y con la expresión
"Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás", invita a todos a
reflexionar acerca del deber de la conversión, recordando la inexorable
caducidad y efímera fragilidad de la vida humana, sujeta a la muerte.
La sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la
realidad eterna que no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de
nuestra existencia. La conversión no es, en efecto, sino un volver a
Dios, valorando las realidades terrenales bajo la luz indefectible de su
verdad.
Una valoración que implica una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que
estamos de paso en este fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa
y estimula a trabajar hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure
dentro de nosotros y triunfe su justicia.
Sinónimo de "conversión" es así mismo la palabra
"penitencia"... Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como
expresión de libre y positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.